La catequesis es una tarea de la Iglesia, fundamental en su misión evangelizadora, consistente en el anuncio de la Buena Noticía del Evangelio y la explicación de los misterios cristianos. Se hace necesaria como formación para la recepción de los sacramentos así como para el crecimiento personal de cada uno de los que hemos decidio seguir a Cristo.


En nuestra iglesia de El Ranero la catequesis se imparte como prepareción necesaria y anterior a la celebración de la Primera Comunión, al Sacramento del Bautismo, al Sacramento de la Confirmación y al Sacramento del Matrimonio.

LA SEMANA DEL 17 DE OCTUBRE COMIENZAN LAS CATEQUESIS.

Sacerdote: Francisco José.

Coordinadora: Inmaculada.

Catequistas: Fina, Divina, Inmaculada, Tina, Trini, Mª Cruz, Rosario, Mª Carmen, Emilia, Mª Jesús, Carmen, Carolina, Ana, Javier, Meli, Carmen, María José, Choni e Inmaculada.





RETIRO DE ADVIENTO PARA CATEQUISTAS (11-12-2010): "TU ROSTRO BUSCARÉ, SEÑOR"

Este Adviento tiene que ser activo para todos nosotros, no podemos estar parados esperando a que llegue el Señor; debemos estar a la búsqueda de Alguien que viene a cambiar el mundo.
En el Cielo contemplaremos el Rostro de Dios, pero ya en la tierra tenemos que empezar a buscar su Rostro. ¿Cómo y dónde empezar a buscar la imagen de Dios?. La primera pista nos la da el Génesis: “...Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios los creó,... y vio Dios que era muy bueno.” (Gn 1, 27.31). Por tanto, tenemos que buscar dentro de nosotros mismos para ver qué hay en nuestro interior a imagen de Dios. Sin embargo, existe un gran riesgo, porque el hombre pecó y deformó la imagen de Dios; hay que buscar muy bien y esquivar el pecado.
***El silencio nos puede ayudar a prescindir de lo de fuera y centrarme en mí mismo. San Agustín dijo que después de buscar al Señor de muchas maneras, al final lo encontró dentro de sí. ***Para buscar a Dios en el interior, es necesario hacer un profundo examen de conciencia (¿qué cosas hay en mí que no reflejan el Rostro de Dios?, ¿cómo va mi matrimonio, mi familia?, ¿por qué cuando alguien se acerca a mí no ve la imagen de Dios?).
***El salmo 27 (26) nos puede ayudar a centrarnos en esta actitud de búsqueda constante: “...Una cosa estoy buscando: morar en la Casa del Señor todos los días de mi vida. ... Dice de Ti mi corazón: Busca su Rostro. Sí, Señor, tu Rostro busco, no me ocultes tu rostro. ... Enséñame tu camino Señor, guíame por senda llana, ... Espera en el Señor, ten valor y firme corazón, espera en el Señor”.
***Un gran problema de nuestro tiempo es el instalarnos en la mediocridad, el conformarnos con lo que ya conocemos de Dios, el no seguir buscando el Rostro de Dios. Pero hay que BUSCAR Y BUSCAR aunque a veces se avance poco, aunque en ocasiones demos pasos grandes y en otras ocasiones pequeños pasos.
***Uno de los “grandes buscadores” del Rostro de Dios es San Juan de la Cruz (1542-1591). Contemporáneo de Santa Teresa de Jesús, tomó el hábito de carmelita en 1563 y ordenado presbítero en 1567. Por entonces deseaba orientar su vida en la orden de los cartujos, pero santa Teresa o convenció para que lo hiciera dentro del Carmelo Reformado, uniéndose a su proyecto de reforma. Durante los cinco años que vivió en Ávila como confesor del convento de la Encarnación, las disensiones entre carmelitas calzados y descalzos crecieron hasta la división de la Orden. Como consecuencia de ello, san Juan estuvo prisionero en Toledo, donde permaneció ocho meses severísimamente tratado para reducirlo a la obediencia. Durante este tiempo se entretuvo en componer mentalmente algunos de sus poemas más conocidos. San Juan de la Cruz fue un hombre de virtud extraordinaria, lleno de mansedumbre y de serenidad, sensible a la belleza y de notables cualidades para el arte. Para expresarse utilizó el lenguaje del amor humano adaptándolo metafóricamente a la mística espiritual, sublimando poéticamente la tradicional fórmula del desposorio entre Dios y el alma humana. Sus tres grandes poemas: Noche oscura del alma, Cántico espiritual y Llama de amor viva, representan el punto culminante de sus escritos. (Más adelante incluiremos en el blog una pequeña explicación sobre el Cántico espiritual, meditado en el retiro)